Dentro de la arquitectura y el interiorismo la gama de posibilidades de decoración es tan amplia que puede inspirar o incluso confundir a algunas personas, por ello el propósito de un interiorista es simplificar y orientar mediante un análisis del espacio, de la luz, de las necesidades, de los gustos y las preferencias.
Un buen punto de partida para determinar cuales son nuestros gustos (antes de acudir al interiorista) consiste en confeccionar un listado con todas aquellas imágenes que tenemos guardadas en la memoria de una casa, una habitación, un restaurante, un hotel.. Que nos haya llamado la atención en el pasado, no solo por su aspecto sino también por las sensaciones que experimentamos entonces: la luz, el color, el estilo
Un buen punto de partida para determinar cuáles son nuestros gustos (antes de acudir al
interiorista) consiste en confeccionar un listado con todas aquellas imágenes que tenemos
guardadas en la memoria de una casa, una habitación, un restaurante, un hotel… que
nos hayan llamado la atención en el pasado, no solo por su aspecto sino también por las
sensaciones que experimentamos entonces: la luz, el color, el estilo, el aroma… Con todas esas
ideas en nuestra mente podremos expresarle con todo detalle al interiorista como nos gustaría
que fuera nuestro hogar.
Del mismo modo que realiza la lista de inspiraciones es importante realizar otro listado con
todas aquellas necesidades con las que queremos contar en nuestra casa, es decir, voy a vivir
solo, en pareja, con niño; necesito tener un gran salón, 2, 3 o 4 habitaciones, 1 o varios baños,
terraza o jardín, materiales y tejidos resistentes o por el contrario puedo poner acabados más
delicados…
Todos estos aspectos serán determinantes a la hora de diseñar nuestra casa, así
conseguiremos convertirla en un espacio único, con carácter y que refleje nuestra
personalidad.